El regulador del mercado de valores chino (CSRC) mueve ficha para paliar la desbandada de inversores. El organismo ha anunciado este viernes que estudiará un aumento de los horarios de negociación de acciones y bonos, reducirá las comisiones para operar, y respaldará las recompras de acciones para ayudar a estabilizar sus precios, una forma de tratar de animar la llegada de capitales en medio de la desconfianza hacia el gigante asiático.
Pekín lidia con una policrisis que ha desatado un debate sobre si, esta vez sí, estamos ante el fin definitivo de un milagro económico que durante décadas ha alimentado el crecimiento global. Los problemas abarcan desde su potente maquinaria exportadora (los envíos al exterior cayeron un 14,5% en julio, la cifra más baja desde febrero de 2020), hasta el consumo interno —las importaciones se redujeron un 12,4%, y los precios han entrado en terreno negativo—, pasando por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria —tras el fiasco de la promotora Evergrande, ahora es Country Garden la que está impagando su deuda— y su contagio al sector financiero, con el conglomerado Zhongzhi Entreprise Group sufriendo también para hacer frente a sus compromisos.
El paquete de medidas llega en un entorno complejo para la Bolsa y los mercados de bonos del país, que no han sido ajenos a la riada de noticias negativas. Al levantar requisitos y equipararse más con la forma de funcionar de los mercados de valores occidentales, China gana atractivo para los fondos e inversores particulares que buscan obtener rentabilidad apostando por sus empresas. Por ejemplo, favorecer las recompras de acciones puede reducir la volatilidad de los valores. “Lo que debe enfatizarse es que activar el mercado de capitales y aumentar la confianza de los inversores es complementario entre sí”, ha señalado un portavoz del regulador bursátil.
El anuncio llega solo unas horas después de que el Banco Popular de China (BPC, el banco central) interviniera para frenar la caída de su moneda, el yuan, que esta semana ha tocado mínimos de 16 años frente al dólar. Y unos días después de que este mismo organismo decidiera rebajar por sorpresa los tipos de interés para reactivar el consumo después de que los precios entraran en terreno negativo (-0,3% en el dato interanual de julio) e hicieran sonar las alertas de una posible deflación. Concretamente, el BPC recortó 15 puntos básicos el tipo de interés de sus préstamos bancarios a un año, hasta el 2,5%, en el mayor ajuste desde 2020. Lo justificó en la necesidad de “mantener una liquidez razonable en el sistema bancario y satisfacer las necesidades de las instituciones financieras”.
El país vive una situación a contracorriente de lo que sucede en buena parte del planeta, donde es la alta inflación la que lleva dos años preocupando por el alza de la energía, primero, y los alimentos después; y donde los bancos centrales suben los tipos para combatirla en lugar de bajarlos. La forma de actuar del Ejecutivo chino también ha sido opuesta a la de Occidente. Mientras las restricciones por el coronavirus se levantaban en París, Londres o Washington, aún le quedaban un largo recorrido por delante en China —hasta el 8 de enero de este año todavía se exigía aislamiento a los viajeros internacionales—.
Esa dureza lastró su economía, pero se esperaba que la supresión de los confinamientos la animara, al terminar con los cierres temporales de fábricas y puertos que tanto dañaron la actividad. La recuperación, sin embargo, está siendo decepcionante, y crecen las dudas sobre si el país logrará llegar finalmente a la meta de crecimiento del PIB marcada como objetivo para este año, del 5%.
Esa ralentización podría afectar a sus empresas, pero el analista de eToro Ben Laidler resta trascendencia al impacto global de eventuales problemas en el mercado de valores chino. “Estamos más preocupados por el aumento de los rendimientos de los bonos estadounidenses y los precios del petróleo. China es un gigante económico, pero un país relativamente modesto en los mercados de capitales. Sus acciones ya figuran entre las más baratas del mundo, y los inversores extranjeros ya están muy infraponderados. El crecimiento de su PIB es decepcionante y estructuralmente a la baja, pero seguirá siendo uno de los más fuertes del mundo este año”, concluye.
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