Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar y personalizar su experiencia y para mostrar anuncios (si los hay). Nuestro sitio web también puede incluir cookies de terceros como Google Adsense, Google Analytics, Youtube. Al utilizar el sitio web, usted acepta el uso de cookies. Hemos actualizado nuestra Política de Privacidad. Haga clic en el botón para consultar nuestra Política de privacidad.

el problema del fentanilo

La crisis del fentanilo es un problema de salud pública de carácter global que afecta tanto a las naciones desarrolladas como a las en desarrollo. El fentanilo, un potente opiáceo sintético, ha emergido como un actor principal en la epidemia de opioides y está contribuyendo de manera significativa al aumento de las sobredosis y las muertes relacionadas con las drogas.

El fentanilo, que tiene una concentración cincuenta veces mayor que la heroína y hasta cien veces más potente que la morfina, se utiliza generalmente para tratar severos dolores, sobre todo en pacientes con enfermedades crónicas y terminales. Sin embargo, debido a su poderoso efecto adictivo y a su facilidad de fabricación y distribución ilícitas, el uso del fentanilo ha traspasado las paredes de los hospitales y ahora inunda las calles, consumido frecuentemente a espaldas de la medicina tradicional.

La crisis del fentanilo, que recorre diversas fronteras y cruza varias jurisdicciones legales, da cuenta de la complejidad de los retos que los gobiernos y las autoridades de salud deben asumir. No solo se trata de controlar una epidemia de drogas, sino también de diseñar y aplicar políticas de salud que respondan a las necesidades cambiantes de una población en riesgo.

La coyuntura se vuelve aún más compleja si consideramos que su uso ilícito ha ido en aumento debido a la pandemia del COVID-19. Con personas aisladas, niveles altos de estrés y reducción del acceso a servicios de salud y apoyos sociales, las circunstancias han constituido un caldo de cultivo para la propagación del uso indebido del fentanilo.

Los Estados Unidos, epicentro de la crisis, reportó la muerte de más de 81,000 personas por sobredosis de drogas en el periodo de un año que finalizó en mayo de 2020, el número más alto jamás registrado, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC); y el fentanilo está involucrado en muchas de estas muertes.

Estos números son un llamado a la acción global. Urge poner en marcha programas eficaces de prevención y educación sobre los riesgos del fentanilo. Asimismo, es imprescindible invertir en una mayor formación de profesionales de la salud para garantizar una mejor gestión del dolor crónico y del tratamiento de la adicción. También es fundamental la ampliación de los servicios de tratamiento para la adicción y la sobredosis.

Sensibilizar a la sociedad sobre el problema es otro factor crucial en la lucha contra la crisis del fentanilo. Los esfuerzos deben orientarse a eliminar el estigma que rodea a la adicción y promover la comprensión de que se trata de una enfermedad que requiere tratamiento y no un acto de debilidad moral.

Las legislaciones también deben adaptarse para hacer frente a este nuevo desafío. Se necesitan regulaciones más efectivas para controlar la producción y distribución de fentanilo y castigar severamente a quienes trafican con esta sustancia mortal.

A pesar de los esfuerzos en marcha para controlar el problema, la crisis del fentanilo continúa creciendo y las vidas siguen perdiéndose. But, como toda crisis, alberga en su seno una oportunidad: la de profundizar nuestra comprensión de la adicción y encontrar formas innovadoras y efectivas de tratarla. El fentanilo es solo un elemento de un problema mucho más amplio y profundo.

Por lo tanto, nuestra respuesta a la crisis debe ser igualmente amplia y profunda. No podemos permitirnos dar un paso atrás en este momento tan crítico. A medida que escribo estas líneas, el reloj sigue corriendo, y cada tick tock es una llamada más a la acción. En un próximo artículo, profundizaremos en el equilibrio necesario entre la regulación y el acceso a los opiáceos para tratar el dolor crónico.

By Alfonso David Berrueta

Relacionados