Google y Apple son fieros competidores. Sin embargo, cuando alguien está navegando en su iPhone o su Mac con Safari, el explorador de Apple, y hace una búsqueda, acaba por defecto en los resultados de Google, en virtud de un multimillonario acuerdo entre los dos gigantes. Acuerdos como ese serán analizados desde este martes en el juicio por monopolio más importante de la era de internet. El Departamento de Justicia acusa a Google de abusar de su posición dominante en los servicios de búsqueda. La empresa considera que se está castigando su éxito. Un juez federal de Washington dictará sentencia.
Google, integrada en Alphabet, es una empresa de programadores, ingenieros y comerciales, pero este es también el momento de los abogados, propios y externos. La compañía acaba de alcanzar un principio de acuerdo para evitar un juicio por prácticas monopolísticas en la tienda de aplicaciones de Android. Recibió otra demanda por presunto abuso de dominio en el mercado de la publicidad digital y afronta ahora un juicio por los servicios de búsqueda cuyas consecuencias son imprevisibles y que puede servir de precedente en otros casos contra los gigantes de internet.
El Departamento de Justicia, al presentar su demanda, comparó el caso con el de AT&T de 1974, que llevó a la partición del gigante telefónico una década después, y con el de Microsoft de 1998, en el mercado de los ordenadores personales, sobre todo por abusar de la posición de dominio de su sistema operativo Windows para imponer su navegador Explorer. El juez decidió inicialmente la ruptura de Microsoft, aunque se libró de ello gracias a un recurso y el caso se cerró con un acuerdo con el Gobierno.
Que el juicio que empieza este martes contra Google pase con todas las de la ley a la lista de casos históricos dependerá en buena media de cuál sea su desenlace. La demanda del Departamento de Justicia reclama que se decrete que Google actuó ilegalmente, que se obligue a la compañía a cesar en sus supuestas prácticas de abuso de posición dominante y que se adopten las medidas estructurales necesarias para reparar cualquier daño anticompetitivo. También pide que se adopte “cualquier otra medida preliminar o permanente necesaria y adecuada para restablecer las condiciones de competencia en los mercados afectados por la conducta ilícita de Google” y cualquier otra decisión que el juez considere adecuada.
El margen de maniobra es enorme. El juez Amit P. Mehta, nombrado en 2014 por Barack Obama, dictará veredicto, aunque su sentencia será recurrible en un tribunal de apelaciones y, potencialmente, en el Supremo. De momento, el juicio está programado durante 10 semanas y desfilarán por el tribunal decenas y decenas de testigos. Entre ellos estará probablemente Sundar Pichai, el jefe de Alphabet, donde se integra ahora Google.
Según el Departamento de Justicia, Google ha mantenido y abusado deliberadamente de su poder monopolístico (acapara el 90% de las búsquedas en EE UU) mediante acuerdos de distribución anticompetitivos y excluyentes que bloquean las posiciones predeterminadas de búsqueda en navegadores, dispositivos móviles, ordenadores y otros dispositivos, así como con otras restricciones. “Hace dos décadas, Google se convirtió en la niña bonita de Silicon Valley como empresa emergente con una forma innovadora de buscar en la incipiente internet. Ese Google hace tiempo que desapareció. El Google de hoy es un guardián monopolístico de internet y una de las empresas más ricas del planeta”, arranca la acusación original.
La demanda fue presentada en octubre de 2020, bajo la presidencia de Donald Trump, y a ella se adhirieron desde el principio varios Estados republicanos. Luego el caso se consolidó con las demandas de otros Estados. En tres años se ha tomado declaración a unos 150 testigos y el sumario supera los cinco millones de folios. Google consiguió el mes pasado que se desestimasen algunas de las acusaciones, las relativas a su gestión del sistema operativo Android, a sus relaciones con los fabricantes de móviles que los usan y a la promoción del buscador en el propio asistente de Google. Pero la esencia del caso sigue en pie.
Google ha adelantado algunos argumentos de lo que será su defensa en un post publicado este fin de semana por Kent Walker, su presidente de Asuntos Globales, con el título de La gente usa Google porque es útil. “Como hemos dicho desde el principio, esta demanda está profundamente viciada”, sostiene. “Tenemos previsto demostrar en el juicio que nuestros acuerdos de distribución de búsquedas reflejan las elecciones de navegadores y fabricantes de dispositivos basadas en la calidad de nuestros servicios y las preferencias de los consumidores. Facilitar que la gente obtenga los productos que desea beneficia a los consumidores y está respaldado por la legislación antimonopolio estadounidense. En resumen, la gente no utiliza Google porque tenga que hacerlo, sino porque quiere”.
La compañía argumenta que hay más formas que nunca de buscar información: “Puedes buscar recomendaciones en TikTok, Reddit o Instagram, encontrar música y podcasts en Spotify, hacer una pregunta a ChatGPT o comprar en Amazon. De hecho, más del 60% de los estadounidenses empiezan a buscar productos en Amazon”, dice su ejecutivo.
En cuanto a la presencia de Google como buscador predeterminado en Safari, Google muestra unos vídeos que muestran lo sencillo que es cambiar de buscador (dos clics en el Safari de escritorio y cuatro en el iPhone, por ejemplo). Indica que los creadores de los buscadores pelean por conseguir ser la herramienta predeterminada y que Google compite duro por ese puesto. Además, Walker señala que los directivos de Apple han dicho que eligen Google porque es “el mejor”. “Es importante destacar que nuestros acuerdos con los navegadores no son exclusivos”, subraya, pues Bing y Yahoo! también pagan a Apple para aparecer en Safari, por ejemplo.
El Departamento de Justicia, sin embargo, sostiene que “los actos anticompetitivos de Google han tenido efectos perjudiciales para la competencia, los anunciantes y los consumidores”. El fiscal general, Merrick Garland, anunció en enero pasado otra demanda contra Google, en este caso por supuesto abuso de posición dominante en el mercado de la publicidad digital. No se espera que ese caso vaya a juicio como mínimo hasta el año próximo. En esa demanda, el Gobierno pedía expresamente que se divida su negocio en ese ámbito mediante desinversiones para fomentar la competencia.
En la Unión Europea, Google ha recibido las tres multas más altas de la historia. Los jueces respaldaron hace un año una multa récord de 4.125 millones a la empresa por prácticas anticompetitivas en los servicios de búsqueda (un caso similar al que ahora se va a juzgar en Washington, pero centrado en el sistema operativo Android). También ratificaron en noviembre de 2021 otra de 2.400 millones por privilegiar sus productos en las búsquedas (ese parte ha quedado fuera del actual litigio). Además, la Comisión también impuso en marzo de 2019 otra multa de casi 1.500 millones por sus abusos en el mercado de la publicidad digital. Más de 8.000 millones en total.
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