Luis Rubiales parecía tener las horas contadas al frente del fútbol español, y en un cambio de guion imprevisto, se ha negado a dimitir en su comparecencia ante la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). La presión sobre el presidente se multiplicó cuando la FIFA anunció la apertura de un expediente por besar en los labios, sin consentimiento, a la futbolista Jennifer Hermoso, tras la final del Mundial ganada el pasado domingo.
Si la Asamblea no le destituye la vía de la inhabilitación se abrirá camino. El Consejo Superior de Deportes (CSD) trasladará la semana que viene al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) las cuatro denuncias que ha recibido contra el presidente federativo, como confirmó ayer Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deporte. Si el TAD considera que Rubiales ha incumplido algún punto de la Ley del Deporte, y le abre expediente, el CSD podrá proceder a su inhabilitación inmediata.
En cualquier caso, todos los ojos miran a la Asamblea General, formada, entre otros, por los 19 presidentes de las federaciones territoriales, y por “miembros electos de los estamentos de clubes, futbolistas, árbitros y entrenadores”, como explica la RFEF en su página web.
Estamentos que cada año acceden a una tarta de unos 200 millones de euros cada año. Esta es la cantidad que la RFEF reparte como subvenciones a otros actores del fútbol español, y que componen su principal partida de costes, pese a ser considerados “otros gastos de gestión corriente” en su cuenta de resultados.
En 2022 fueron 214,2 millones, algo menos de los 220 de 2021, tras ingresar por debajo de lo presupuestado. Aún así, en los últimos cuatro años siempre han estado cerca de los 200 millones. Esta cantidad ha crecido en la etapa de Rubiales como presidente, iniciada en 2018, gracias también a que la RFEF ha elevado su capacidad de generación de ingresos. En 2022 facturó un total de 348 millones, casi el triple que en 2017, último año completo de presidencia de Angel María Villar.
La principal subvención que realiza la RFEF va a parar a clubes no profesionales, al fútbol femenino, profesional y amateur, fútbol sala y asociaciones deportivas. En 2022, la cantidad fue de 113,8 millones de euros, un 9% más que el año anterior. Esta partida ha crecido con fuerza: la del pasado año fue del doble que en 2019. Para la temporada 2023-2024, Rubiales anunció una partida de 135 millones. El siguiente elemento es el de las federaciones territoriales. Según las cuentas anuales de la RFEF, estas recibieron en 2022 37 millones de euros. un 46% menos que en el año anterior, cuando alcanzaron un récord de 68,5 millones. Esta partida fue la que más ajustó el ente federativo para cuadrar sus resultados. Otros 35,7 millones fueron catalogados como ayudas a deportistas, y 22 más como gastos para cubrir sus desplazamientos.
Aunque la RFEF no recibe ayudas públicas directas para engordar su cifra de negocios, esta sí recibe cerca de 14 millones cada año del Consejo Superior de Deportes como subvenciones de capital. Una cantidad que procede del convenio para recibir el 4,55% de la recaudación por el impuesto sobre las actividades de juego, en lo que afecta a las apuestas deportivas relacionadas con el fútbol. Un dinero que tiene que, una vez recibido, la RFEF debe redirigir al fútbol no profesional.
En la vía de los ingresos, el 32% de la facturación la generan los derechos audiovisuales. La RFEF tiene como principales activos en este campo los partidos de la selección española, la Copa del Rey y la Supercopa. Esta última, celebrada cada año en Arabia Saudí y que también puso a las cuerdas a Rubiales, al trascender la intermediación de Gerard Piqué, entonces en activo, para firmar un contrato millonario. Algo sobre lo que no actuó el CSD, ahora decidido a poner fin a la etapa del exfutbolista en la presidencia federativa.
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