I¿Realmente una guerra económica opone sólo a tres grandes enemigos, Estados Unidos, China y Europa? Una lectura geoeconómica acredita la idea de que todo está en juego entre estos bloques, enzarzados en una lucha despiadada por la dominación industrial y tecnológica. Los grandes programas de ayuda a los sectores industriales decididos por Washington, Pekín y Bruselas han demostrado que el análisis es correcto. Hasta cierto punto para la Unión Europea (UE), menos monolítica que sus competidores. Cada Estado juega su papel con medios desiguales, y la lucha por atraer centros de decisión, fábricas o laboratorios de investigación y desarrollo nunca se ha debilitado.
Europa ha frenado durante mucho tiempo las políticas industriales nacionales, haciendo de la competencia el primer pilar de la construcción de la comunidad. Su historia también está marcada por el continuo dumping fiscal (Irlanda) y social de los nuevos entrantes, los del Sur en la década de 1980 y los del Este veinte años después. La reubicación de las secadoras Whirlpool de Amiens a Polonia permanece en la memoria de todos. Junto con los fondos de cohesión europeos, esta política les ha permitido recuperarse parcialmente de un fuerte atraso económico. Fue el Viejo Continente el que se benefició de ello, no el dragón chino, acogió a las élites europeas. Un argumento inadmisible por parte de las víctimas de las deslocalizaciones, que empujaron a la mitad de los trabajadores franceses a votar por la extrema derecha.
Lo impensado de la cumbre Choose France
«La reindustrialización es la madre de las batallas» político, económico y social, juez Emmanuel Macron. ¿Una batalla europea o nacional? El tema tiene una dimensión continental obvia: Europa debe (re)encontrar la soberanía en esta área, un fuerte enfoque de la Comisión Europea encabezada por Ursula von der Leyen. Ella hará que el CO pague2 importado por un impuesto al carbono en las fronteras, relaja las reglas sobre ayuda estatal, protege mejor a sus empresas estratégicas de los apetitos chinos y estadounidenses. La UE está movilizando decenas de miles de millones de euros para sectores considerados estratégicos y que buscan reducir su dependencia de los minerales y minerales raros. Quién sabe si algún día introducirá una Buy European Act para responder al proteccionismo desinhibido de estadounidenses y chinos, como piden varios Estados.
Podemos defender proyectos comunes sobre baterías y semiconductores, preservando al mismo tiempo nuestros intereses en la competencia que se está librando en Europa. Este «al mismo tiempo» es lo impensado de la cumbre Elige Francia, que se reunió el lunes 15 de mayo en Versalles. Marca anuncios récord desde la primera edición de 2018: 13.000 millones de euros de inversión extranjera arrebatados a alemanes, polacos o españoles. Por cuarto año consecutivo, Francia se mantiene en el primer lugar de Europa por el número de nuevos proyectos, explica el último barómetro de la firma EY sobre el atractivo.
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