Los bombardeos de Rusia en la región ucrania de Odesa —y, en concreto, en los puertos del Danubio— están poniendo los nervios a flor de piel en Rumania, que ha reforzado en las últimas semanas su vigilancia ante el temor de que ocurra algún incidente, tanto fortuito como intencionado. El Ministerio de Exteriores ucranio aseguró este lunes que un dron bomba ruso había impactado la noche anterior en Rumania. El objetivo —según la versión del portavoz del ministerio, Oleg Nikolenko— era el puerto ucranio de Izmail, en el río Danubio, justo en la frontera con Rumania. El alto cargo ucranio aportó en su comunicado incluso una imagen en la que supuestamente se identificaba la explosión de un dron de fabricación iraní Shahed al otro lado del río, en suelo rumano. No habían pasado ni dos horas cuando el Ministerio de Defensa de Rumania emitió su propio comunicado en el que desmentía de forma categórica la información sobre el supuesto dron bomba en su territorio.
Las autoridades competentes “monitorearon la situación generada por los ataques rusos llevados a cabo con drones, tanto anoche como la madrugada del sábado al domingo, a las infraestructuras en las inmediaciones de los puertos ucranios en el Danubio”, señalaron las autoridades rumanas en un comunicado. “En ningún momento, los medios de ataque utilizados por la Federación de Rusia generaron amenazas militares directas al territorio nacional o las aguas territoriales de Rumania”, explicaban desde el Ministerio de Defensa, que también confirmó un refuerzo en la vigilancia en el espacio terrestre, marítimo y aéreo de Rumania. Además, reiteró que los bombardeos rusos contra objetivos e infraestructuras civiles de Ucrania “son injustificados y están en profunda contradicción con las normas del derecho internacional humanitario”.
Pese al desmentido rumano, Kiev insiste en su versión. El ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, aseguró que su Gobierno tiene “pruebas fotográficas” del impacto de los drones Shahed lanzados por Rusia en territorio rumano. “Estamos dispuestos a compartir las fotografías, pero las conclusiones finales las sacarán las autoridades rumanas, que también deberán decir lo que harán”, dijo Kuleba. Desde que Rusia rompió el pasado julio el acuerdo que permitía a Ucrania exportar su grano a través del mar Negro a pesar del bloqueo naval de Moscú, el Danubio se ha convertido en una salida estratégica para el transporte de mercancías ucranias.
Es la segunda vez este año que Bucarest niega informaciones oficiales de Ucrania sobre la presunta violación de la seguridad de su territorio por parte de Rusia. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias, Valerii Zaluzhni, comunicó el pasado febrero que dos misiles de crucero rusos, disparados desde el mar Negro, invadieron el espacio aéreo rumano en su trayectoria contra objetivos en el oeste de Ucrania. Las autoridades rumanas lo descartaron. Un dron bomba ruso sí sobrevoló en su vuelo hacia Izmail antes del amanecer del 2 de agosto el pueblo fronterizo rumano de Plauru, una diminuta aldea con apenas una decena de casas derruidas a la orilla del Danubio, según confirmó el alcalde de la comuna a la que pertenece.
Ruido de explosiones y cristales rotos
El Ministerio de Defensa rumano señaló entonces que no había detectado “una amenaza militar contra el territorio nacional”. En cambio, el atronador sonido de las explosiones y los cristales rotos de la casa de una residente provocó el pánico y el temor a convertirse en víctimas colaterales. “Parecía una película bélica”, declaró Gheorge Puflea, un habitante de 71 años, al canal de televisión rumano Digi24. Esa noche de agosto, el cielo crepitaba con fuego antiaéreo ucranio y grandes bolas de fuego se contemplaban desde las áreas portuarias ucranias. Otro residente aseguró haber visto al menos una aeronave no tripulada rusa sobrevolar su vivienda antes de que pusiera rumbo a Izmail, mientras que otra persona afirmó que un dron llegó a introducirse en un bosque, próximo a la reserva del delta del Danubio, un laberinto de lagos, ríos y canales.
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El Ministerio de Defensa rumano envió un equipo de expertos de las fuerzas aéreas a Plauru para evitar que la población pudiera pensar que su país estaba siendo atacado, como indicaban algunos comentaristas de los medios de comunicación. Rápidamente, informó de que no había encontrado indicios de que algún dron hubiera aterrizado ni violado el espacio aéreo rumano. El área, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es célebre por su abundante vida de aves, flora exótica y caballos salvajes.
El Kremlin trata de cortar lo que ha sido un salvavidas marítimo para Ucrania: los puertos fluviales del Danubio desde los que exportar cereales, su única solución para dar salida a millones de toneladas de grano. Pese a los rifirrafes entre Kiev y Bucarest, por la minoría rumana en el país vecino, Rumania se ha volcado en ayudar a los ucranios y está facilitando el tránsito mensual de grano desde su puerto insignia de Constanza. Recientemente, el primer ministro rumano, Marcel Ciolacu, afirmó que van a duplicar el volumen de cereales ucranios que se exporta a través de Rumania, de dos a cuatro millones de toneladas por mes.
Por otro lado, en noviembre del año pasado, un misil de defensa antiaérea ucranio cayó por accidente en Polonia, también país de la OTAN, cuando intentaba derribar un cohete ruso. Fallecieron dos personas. Pese a que el Gobierno polaco confirmó que se trató de un cohete antiaéreo ucranio, el presidente Volodímir Zelenski reiteró durante meses que en verdad había sido un ataque ruso contra su socio en la OTAN. La Alianza Atlántica también concluyó que se trataba de un accidente con armamento ucranio.
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